La cumbre del G20 en Indonesia aumentó la presión internacional sobre Rusia, con múltiples llamados, incluso desde países cercanos a Moscú, para poner fin a la guerra en Ucrania que ha tenido devastadoras consecuencias en todo el mundo.
El escrito, todavía pendiente de aprobación final de los líderes, declara que el uso de armas nucleares o la amenaza de recurrir a ellas es “inadmisible”, en un mensaje velado al líder ruso Vladimir Putin, pero también reconoce que existen “otros puntos de vista” en el bloque.
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Putin faltó a esta cumbre en la paradisíaca isla de Bali y envió a su ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, para resistir la lluvia de críticas del resto de líderes.
A diferencia de la última reunión del G20 a la que acudió en julio, el canciller ruso aguantó estoicamente, incluso cuando apareció por videoconferencia el presidente ucraniano Volodimir Zelenski.
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“Estoy convencido de que ahora es el momento en que la guerra destructiva de Rusia debe y puede terminar”, afirmó Zelenski.
De hecho, los llamados a la paz comenzaron desde la misma inauguración de la cumbre por parte del presidente indonesio, Joko Widodo, quien desde el inicio de la guerra había mantenido la neutralidad.
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