La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acogió la demanda presentada por el terrorista Víctor Polay Campos, cabecilla del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), en contra del Estado peruano en el año 2022.
Conozca en esta nota quién es Polay Campos y por qué sigue recluido en la Base Naval del Callao.
Víctor Polay, también conocido como “Camarada Rolando”, es un terrorista peruano que fundó en 1980 el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
En 1993 fue condenado a la pena máxima por un tribunal de jueces sin rostro instaurado en el gobierno de Fujimori como protección de las identidades de los magistrados ante un posible ataque terrorrista. Posteriormente, fue recluido en la Base Naval del Callao. Pero, en 1997, el Comité de Derechos Humanos de la ONU descubrió que las circunstancias de su juicio y detención violaron los artículos 7, 10 y 14 del ICCPR y a fines de 2001 el Tribunal Constitucional anuló la sentencia por traición a la patria.
El 22 de marzo de 2006, fue declarado culpable por cerca de 30 delitos cometidos durante fines de 1980 y principios de 1990. Ese mismo año, el proceso judicial llevado en el fuero civil determinó una pena de 32 años para Polay, pero luego fue incrementada a 35 años en el 2008.
Como se sabe, el MRTA ha sido señalado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación como responsable del 1,5% de las más de 69.000 víctimas que se registraron durante el periodo de terrorismo en el Perú entre 1980 y 2000.
PENAL MIGUEL CASTRO CASTRO
El 9 de julio de 1990, Polay Campos huyó, junto a otros 47 miembros del MRTA, del penal Miguel Castro Castro en Canto Grande. La escandalosa fuga se consiguió por medio de un túnel de concreto armado de unos 250 metros de largo que conectaba el local carcelario con una vivienda aledaña.
Tras la fuga, la Policía Nacional del Perú (PNP) encontró la instalación de un sistema eléctrico y de extractores de aire dentro del túnel, el cual tenía un metro y medio de diámetro y alcanzaba ocho metros de profundidad.
La recaptura de Víctor Polay recién se produjo casi dos años después, el 9 de junio de 1992, en una residencia en San Borja (Lima). Meses después, un tribunal ‘sin rostro’ lo condenó a cadena perpetua.