ONGs caviares hostigan y criminalizan las labores de comunidades nativas en Iquitos

Un crecimiento compartido entre comunidad y empresa privada, en el manejo reglamentado de fauna silvestre, que hoy se ve amenazado por ONGs caviares que direccionan al sistema de administración de justicia, que cede a una agenda interesada, luego de viajes pagados y supuestas capacitaciones que terminan en acusaciones falsas que luego son archivadas.

Un informe completo y una investigación exhaustiva, en el lugar de los hechos, que abre el debate sobre el correcto aprovechamiento de nuestros recursos en el oriente de nuestro país, totalmente reglamentado desde hace más de 20 años.

 A 6 horas de Iquitos, la comunidad Leoncio Prado, fundada en 1918 en la margen del Samiria, tiene el más espectacular de los amaneceres y una vista privilegiada a nuestra reserva natural. Aquí, la misión es clara: cada 20 días divididos en grupos de manejo organizados, inscritos y reglamentados, ingresan al sector que se le ha asignado también bajo los lineamientos del Estado para la labor encomendada.

Marlon es el presidente del grupo de manejo “Las Anguillas”, uno de los 12 grupos asentados aquí. Cada grupo tiene por lo menos 8 miembros y se turnan para ingresar a vigilar nuestra reserva. Son los guardianes de nuestra riqueza natural.

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Los grupos de manejo pueden escoger entre flora y fauna de especies reglamentadas: palmeras, aguaje, paiche, arahuana y taricayas. Firman un contrato con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SENARP). Cada grupo, sin ninguna participación del Estado, se hace cargo de todos sus gastos por todo un año.

Marlon y su grupo están comprometidos, desde una década, en el cuidado de las taricayas dentro de la reserva Pacaya Samiria. A cambio, reciben según ley la posibilidad de comercializar con un porcentaje de la especie que cuidaron de enero a julio, la época más especial del año para las tortugas taricayas cuando las hembras desovan.

La intervención de los grupos de manejo en la conservación de la taricaya ha sido esencial para su desarrollo, la continua creciente de los ríos hacían que muchos de los huevos no llegaran a nacer.

Carlos Tello Pinchi es el presidente del grupo de manejo “Los Sábalos”, nadie como él para conocer el cronograma de actividades, acordado por ley, para la protección de las taricayas desde hace 20 años. Un lineamiento que cada grupo se compromete a seguir al pie de la letra a la firma del contrato.

Los testimonios, con documentos en mano, de los grupos de manejo son infinitos no solo en la comunidad Leoncio Prado, sino también, por ejemplo, en la comunidad Nueva Arica. Dos horas más, navegando por la cuenca del Samiria, Edgardo García Tamani ha visto crecer la pequeña economía de su familia con su trabajo en los grupos de manejo.

El contrato que firman cada uno de los grupos de manejo con el Estado les permite un porcentaje de aprovechamiento de la especie que se actualiza cada 5 años. Al inicio era solo el 20%, el exitoso programa ha logrado en el caso de las taricayas el aprovechamiento de un 50% de la especie.

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Pero, desde 2018, oscuros intereses han tomado una agenda que pretende cambiar el rumbo de nuestro desarrollo como país. El Perú es el principal exportador de taricaya en Latinoamérica que, además, ha desarrollado un equilibrado modelo económico de beneficio compartido. Existen 43 grupos de manejo en Iquitos que hacen un increíble trabajo, cuya difusión es escasa o nula y algunos quieren desaparecer.

Según cifras oficiales, desde que comenzaron los grupos de manejo hasta el 2016  se liberaron más de tres millones y medio de taricayas. Se estima que son 600 mil las crías liberadas en sus habitad cada año y que la población de estas tortugas se recuperó en 3000% gracias a los grupos de manejo, Sin embargo, si los grupos de manejo no tuvieran a quien venderle, el círculo virtuoso de conservación se rompería. Milagros Ferreira Ahuanari ha dedicado   más de 30 años de su vida a trabajar con los grupos de manejo en las comunidades del Pacaya Samiria. Sabe, de todos sus logros, pero también de   sus necesidades y sufrimientos porque los ha pasado como ellos. Sus padres crecieron en una comunidad.