La informalidad y caos dominan el transporte público

Esta semana dejó de operar por 2 días el Corredor Morado. Fue porque el gobierno no resuelve una demanda de los transportistas formales. Los que aprovecharon para hacer un festín de anarquía sobre ruedas, fueron los informales.

Si la Policía los interviene para revisar sus documentos, fingen que su vehículo no enciende para evitar que lo lleven al depósito municipal.

Y si la autoridad intenta sacarlos del espacio, que ha sido otorgado exclusivamente para los corredores, a estos choferes, que son amenazas al volante, no les tiembla la mano para cobrarse su revancha a punta de golpes.

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Esta semana, vimos cómo lo poco que queda de la reforma del transporte se estaba a punto de derrumbar, cuál castillo de naipes, gracias a la probada incompetencia de nuestras autoridades, que parecen vivir a espaldas de las necesidades de la ciudadanía.

El Corredor Morado dejó de operar el lunes 4 y martes 5 de marzo debido a la falta de acuerdo, entre las concesionarias que lo administran y el Estado peruano, para resolver una deuda de 300 millones de soles pendiente.

El origen de la deuda está en las pérdidas ocasionadas a los transportistas formales, a quienes se les concesionó la ruta, por la menor demanda de usuarios, debido a la competencia de los informales no erradicados.  

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En el contrato de concesión a los formales, Protransporte les pidió que aumenten su flota de buses, comprometiéndose al retiro de rutas de transporte convencional, lo cual claramente no cumplieron. Las custers y colectivos siguen circulando sin ningún tipo de regulación, y, en algunos casos, con total impunidad.

En buena hora para los más de 100 mil usuarios del Corredor Morado, este volvió a operar el miércoles 6 de marzo tras una reunión con el ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes. Se acordó culminar la reglamentación de la Ley del Chatarreo, la fiscalización electrónica y más operativos contra los transportistas informales.