Desde el inicio del estado de emergencia, se han producido más de 20 asesinatos

Nuestro país yace herido en el lecho de la incertidumbre, donde la inseguridad es la enfermedad terminal que carcome nuestras vidas. Los periódicos llenan sus páginas con titulares que hablan de un miedo colectivo. Las extorsiones, los robos y los asesinatos se suceden día a día, hora a hora, mostrando la incapacidad de las autoridades por devolvernos la tranquilidad. 

El 18 de septiembre, Dina Boluarte, estando en Estados Unidos, declaró en estado de emergencia en dos distritos de Lima y uno en Piura. Esta decisión de tomar medidas desde el extranjero ha generado cierta controversia. 

La decisión, considerada una medida desesperada del Ejecutivo, después que una granada explotara en la discoteca en San Juan de Lurigancho, dejando 15 heridos. El decreto de declaratoria de emergencia, facultaba a la policía a determinar las zonas que requerían apoyo de las Fuerzas Armadas. 

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Desde el inicio del estado de emergencia, se han producido más de 20 asesinatos vinculados a ajustes de cuentas, extorsión, robo, cobro de cuotas y el modus operandi conocido como "gota a gota".

Además, se han registrado al menos diez detonaciones de artefactos explosivos. El Ejército debería estar patrullando las calles, pero los vecinos no los ven por ningún lado. 

Según el exministro del Interior, Óscar Valdes, los estados de emergencia nunca han demostrado ser eficaces en la lucha contra la criminalidad.

“No funciona ni funcionará por la forma cómo se ha expuesto y también por los roles que cumplen tanto las Fuerzas Armadas como la fuerza policial. Realmente, históricamente, todos estos estados de emergencia de Estados contra la inseguridad ciudadana no han funcionado. Y digo que no van a funcionar porque los roles son totalmente distintos”, manifestó. 

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En el distrito más grande del país, solo hay 1,800 policías y 25 cámaras de seguridad. Hay, en promedio, un policía para 833 habitantes. Con este número de efectivos es imposible dar seguridad a un millón y medio de vecinos.  

Si bien las estadísticas muestran una disminución de la criminalidad en los distritos de San Juan Lurigancho, San Martín de Porres, Lince y Cercado de Lima, la percepción ciudadana no refleja esta mejora. Los expertos coinciden en señalar que estas medias son improvisadas, insuficientes e ineficaces.